
Hace unas semanas, tuve una experiencia que me dejó reflexionando profundamente sobre el futuro del metaverso. Asistí a un congreso en EngageVR con unos 35 asistentes, y justo cuando me estaba acomodando en mi asiento virtual, un avatar se sentó delante de mí, bloqueándome la vista de los ponentes. Instintivamente, me levanté de mi silla física en casa, moviéndola un poco hacia un lado. Inmediatamente, mi avatar se desplazó en el mundo virtual, permitiéndome ver de nuevo a los oradores. Al terminar la ponencia, el avatar que me había bloqueado se giró, y empezamos a conversar. Resultó ser un profesor de Historia de la Universidad de Chicago, con quien desde entonces he mantenido contacto. Este tipo de interacción es algo que simplemente no puede darse en una videollamada tradicional.
El metaverso, lejos de ser una moda pasajera o un concepto moribundo, está en pleno auge, alimentado por tecnologías disruptivas, especialmente la inteligencia artificial generativa. Esta tecnología está revolucionando la creación de contenido de maneras que hace unos años parecían sacadas de una novela de ciencia ficción.
Las empresas de nuestra región ya están comenzando a beneficiarse de estas tecnologías. Muchas de ellas venden productos tridimensionales como muebles, zapatos, bienes inmuebles o tecnología. Tradicionalmente, estos productos se comercializan en 2D con imágenes y videos, pero ahora pueden ofrecer experiencias tridimensionales a sus clientes potenciales. Visualizar productos de forma espacial en 3D no solo aumenta la confianza del cliente, sino que también fomenta las ventas y reduce las devoluciones de productos. Según un informe del IBM Institute of Business Value publicado en 2020, las empresas que utilizan realidad aumentada han reportado una mejora promedio del 32% en la productividad, así como una reducción del 46% en el tiempo para completar tareas. En muchos casos, las empresas pueden lograr este tipo de mejora sin necesidad de hardware adicional como gafas o cascos .
Los avatares en estos mundos virtuales se están volviendo cada vez más inteligentes y realistas. Gracias a la IA, estos avatares pueden tener voces más naturales y respuestas más ágiles, lo que hace que las interacciones en el metaverso sean mucho más inmersivas. Imagina un entorno donde los avatares no solo responden a comandos predefinidos, sino que entienden el contexto de las conversaciones y reaccionan de manera acorde. Esto ya está empezando a ser una realidad.
Los dispositivos de realidad virtual (VR) son otra pieza crucial en el rompecabezas del metaverso. La computación visual y el aprendizaje automático están optimizando estas experiencias de formas impresionantes. Los dispositivos VR son cada vez más ligeros, pequeños, asequibles y potentes. Incorporan tecnologías de IA que mejoran la experiencia del usuario, por ejemplo, mediante la interpretación más precisa de la realidad que nos rodea para ofrecer experiencias de realidad aumentada con efectos de oclusión. Esto significa que los objetos virtuales pueden desaparecer detrás de objetos reales o proyectar sombras y luces de manera realista, aumentando la inmersión del usuario.
Otro avance significativo es el seguimiento de manos y el seguimiento ocular. Estas tecnologías están revolucionando la forma en que interactuamos con el mundo virtual. El seguimiento ocular, por ejemplo, permite métodos de renderizacion e interacción avanzados como el foveated rendering, donde el dispositivo detecta exactamente dónde estás mirando y genera el modelo con mayor detalle en esa área específica, permitiendo también preseleccionar los elementos interactivos. Esto no solo mejora la calidad visual sino también la eficiencia del procesamiento gráfico.
Un futuro prometedor, pero con riesgos. El metaverso no está muriendo, está evolucionando y adaptándose, alimentado por innovaciones tecnológicas asombrosas. La IA generativa, el renderizado en la nube, la tecnología drónica avanzada, y muchas otras innovaciones están impulsando su desarrollo. Ya estamos viendo aplicaciones prácticas que nos llevan a experiencias educativas inolvidables, como las que estamos viviendo en la UCAM.
El potencial del metaverso es increíble y sus aplicaciones son muy variadas, desde la educación hasta el entretenimiento, pasando por el trabajo colaborativo, la ingeniería o el marketing. Lejos de ser un concepto que se desvanece, el metaverso está en el umbral de convertirse en una parte integral de nuestra vida diaria, transformando cómo interactuamos, aprendemos y nos entretenemos.
Sin embargo, no todo es positivo. Como una evolución natural de Internet, el metaverso heredará tanto sus maravillas como sus defectos, y estos últimos podrían potenciarse enormemente. La privacidad, por ejemplo, será un tema crucial. En un mundo donde cada movimiento y expresión puede ser rastreado y analizado, proteger nuestros datos se volverá más difícil y vital que nunca. Además, la adicción a estos entornos inmersivos podría convertirse en un problema de salud pública, afectando tanto a adultos como a jóvenes.
La seguridad también será un desafío significativo. Los mundos virtuales podrían convertirse en terrenos fértiles para actividades ilícitas y conductas inapropiadas, desde el acoso hasta el fraude. Es esencial que desarrollemos y apliquemos regulaciones y sistemas de moderación efectivos para mitigar estos riesgos.
En resumen, el metaverso está lejos de haber muerto. Está en plena transformación, alimentado por las evoluciones tecnológicas más disruptivas de nuestra era. Y, como he experimentado de primera mano, sus aplicaciones prácticas ya están comenzando a transformar nuestra realidad de maneras inimaginables hace solo unos años. Las empresas visionarias de nuestra región ya están aprovechando estas tecnologías, ofreciendo experiencias tridimensionales que aumentan la confianza del cliente, fomentan las ventas y reducen las devoluciones. Estas innovaciones están abriendo nuevas oportunidades de negocio y posicionando a estas empresas a la vanguardia de la revolución digital.
Pau Guardiola, UI/UX Multimedia Director
Vicerrectorado de RRII y Comunicación en UCAM Universidad Católica San Antonio de Murcia