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La Opinión del Experto por Luis Tejada: La transferencia de conocimiento, clave para impulsar la innovación empresarial

viernes, 27 diciembre 2024

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La transferencia de conocimiento impulsa la innovación empresarial al conectar avances científicos con aplicaciones prácticas. Este proceso genera valor económico, fomenta la competitividad y facilita la modernización del tejido empresarial. No obstante, un informe de la Fundación CYD reveló que solo el 20% de las empresas españolas colaboran activamente con universidades. Esto evidencia una falta de confianza mutua: las empresas perciben a las universidades como poco prácticas y los investigadores temen que colaborar con la industria afecte su independencia académica.

La transferencia tecnológica en España ha sido uno de los grandes retos para el desarrollo económico y la competitividad del país. Aunque contamos con un sistema de investigación reconocido y universidades de prestigio, el camino desde la ciencia hasta la empresa a menudo se convierte en un terreno escarpado lleno de obstáculos. ¿Por qué España, pese a sus fortalezas, parece no alcanzar su potencial en este ámbito tan crucial?

El problema radica en una combinación de factores: insuficientes recursos y apoyo a la transferencia de conocimiento, una desconexión entre los mundos académico y empresarial, y una cultura que aún no valora plenamente la innovación como motor de progreso. Este es un problema grave porque no solo limita el impacto de nuestra investigación, sino que también nos deja rezagados en un mundo donde la tecnología avanza a pasos agigantados.

Las Oficinas de Transferencia de Conocimiento (OTC) en España, que deben ser el puente entre tecnología de ambos mundos, se encuentran en una situación precaria principalmente por la falta de apoyo de las administraciones públicas y las propias dinámicas de gobernanza en las universidades. Esto limita enormemente su capacidad para cumplir con su importante misión de conectar la ciencia con la industria. Es prioritario dotarlas de recursos adecuados y de más personal con experiencia, tanto en ciencia como en negocios. De esta manera, podrían ser más proactivas, actuando como verdaderos socios estratégicos para los investigadores y las empresas.

Hay una falta de sinergia entre las universidades y las empresas. Durante años, hemos vivido en un sistema que fomenta la investigación básica, pero que no incentiva suficientemente la aplicación de estos descubrimientos al mundo empresarial. Esto genera un desfase entre la ciencia que se produce y las necesidades reales de las empresas. Las universidades y centros de investigación priorizan métricas como publicaciones científicas o patentes. La falta de recursos y de departamentos de I+D en muchas empresas dificulta la comunicación con los centros de investigación, al carecer de interlocutores especializados capaces de identificar oportunidades tecnológicas y fomentar colaboraciones. Este vacío estratégico limita la capacidad empresarial para absorber innovación y transformar avances científicos en soluciones competitivas, perpetuando la desconexión entre academia y sector productivo. Los doctorados industriales pueden aportar una solución a este problema.

Por otra parte, está el desafío cultural. En España, la innovación a menudo se percibe como un lujo, y no como una necesidad. Muchas pymes, que representan el 99% de nuestro tejido empresarial, no ven la transferencia tecnológica como una prioridad. Esto, en parte, se debe a una falta de educación sobre los beneficios tangibles de la innovación aplicada.

Para cambiar esta mentalidad, necesitamos empezar desde la base. La formación en innovación y emprendimiento debería ser una parte integral de los planes de estudio en universidades y escuelas. Además, los casos de éxito deberían ser visibilizados de manera más activa, mostrando a empresarios y estudiantes que la transferencia tecnológica no es solo posible, sino altamente rentable.

Es necesario fomentar espacios reales de colaboración entre empresas y centros de investigación. Ecosistemas de innovación, con cátedras como la Cátedra Interuniversitaria Ecosistema Murcia Innova (EMURI), innovación abierta e iniciativas público-privadas pueden ser clave, pero necesitan incentivos claros e inversión sostenida. La transferencia tecnológica gana protagonismo en las acreditaciones de ANECA y sexenios de transferencia, pasos importantes hacia una cultura más orientada a la innovación, aunque queda camino por recorrer. También es crucial implementar un sistema de incentivos fiscales más agresivo para fomentar colaboraciones entre empresas y centros de investigación.

A pesar de los desafíos, soy optimista. España tiene un potencial enorme para convertirse en un referente en transferencia de conocimiento, pero para ello necesitamos cambios estructurales y culturales profundos. La ciencia española está lista, pero ahora es el momento de construir los puentes necesarios para que sus descubrimientos lleguen a donde realmente pueden marcar la diferencia: en las empresas, en la sociedad, en el futuro.

Como dijo el premio Nobel Albert von Szent-Györgyi, inventor de la vitamina C: «El descubrimiento consiste en ver lo que todos han visto y pensar lo que nadie más ha pensado». En España ya hemos visto el potencial de nuestra ciencia. Ahora, es hora de pensar y actuar para transformarlo en prosperidad tangible.

Luis Tejada, Director de la OTRI, catedrático de Ciencia y Tecnología de Alimentos de la UCAM y miembro del EMURI

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