Existe una gran dificultad en la transferencia del conocimiento generado en las universidades (esa Investigación y Desarrollo – I+D) hacia las empresas, para que ellas desarrollen esa innovación “i”, pequeña pero tan importante como la I+D.
Para conectar ese conocimiento existen diferentes fórmulas; entre ellas están: los convenios, contratos y proyectos de investigación, cátedras universitarias, donde se resuelven retos del sector productivo con la transferencia de conocimiento de parte de la universidad, a través del equipo de investigación, trabajos fin de máster o de grado sobre investigaciones o desarrollos empresariales; entre otras. Cada una de estas vías tiene sus pros y contras. Para mejorar la colaboración universidad-empresas se ha desarrollado recientemente los doctorados industriales.
Estos doctorados permiten, por una parte, al doctorando realizar su tesis en un entorno real y para resolver un problema o reto empresarial, y por otra, a la empresa desarrollar un proyecto de investigación y a la Universidad, transferir el conocimiento a la sociedad. Dichos proyectos no tienen que ser necesariamente tecnológicos para suponer una innovación en su sentido amplio.
Los doctorados industriales pueden surgir desde diferentes vías: puede ser la propia empresa la que acude a la universidad con un proyecto de I+D+i y solicita un candidato para que desarrolle dicho proyecto, en cuyo caso corresponde a la universidad seleccionar al candidato más idóneo para dicha tarea. También puede ser que la propia empresa tenga en su haber al candidato para la realización del proyecto y busque en la universidad al investigador más adecuado para dirigir el plan de investigación. Además, tanto la empresa como el doctorando pueden obtener financiación a través de diferentes convocatorias de las propias universidades, del Ministerio, de alguna agencia regional o incluso de proyectos europeos. Esta es una oportunidad, a su vez, de conseguir financiación para el desarrollo de un proyecto de investigación aplicado a las líneas estratégicas de la empresa, con la ventaja que ya hemos mencionado, contar con una persona, el doctorando, con dedicación plena al proyecto, del que es de esperar una alta capacidad de transferencia de conocimiento.
La principal ventaja de este tipo de doctorado es la sinergia entre la universidad y la empresa. Esta relación puede ayudar a fomentar la innovación en la empresa y a establecer una comunicación estable y a largo plazo de colaboración entre ambas partes.
Como ya hemos comentado anteriormente, para que el doctorado industrial contribuya al desarrollo de la innovación empresarial no consideramos que el proyecto de investigación tenga que ser necesariamente tecnológico, dado que la innovación se da en el desarrollo de nuevos productos o servicios (tecnológicos o no), mejora de procesos (tecnológicos o no), innovación organizacional o innovación en marketing.
En mi experiencia he tenido la oportunidad de dirigir dos tesis doctorales con mención de doctorado industrial. Una de ellas con la empresa AMC Innova en la que realizamos varios estudios dentro de un proyecto estratégico para la empresa aplicando técnicas de neuromarketing, mediante el cual comprobamos el rol de las emociones a la hora de adquirir productos de diferentes categorías. La otra con la empresa HOPU, actualmente integrada en Libelium en la que desarrollamos tres aplicaciones experimentales para testar un nuevo producto con consumidores reales, un Smart Poi, que se habilitó en diferentes lugares para contribuir al desarrollo turístico de un municipio de la Vega Media del Segura. Además, esta empresa ha seguido desarrollando y comercializando Smart Spot para Smart cities y Smart destinanations, que permiten monitorizar la ciudad mediante sensores que miden la calidad del aire, ruido, temperatura, humedad, partículas, etc.
Hay que resaltar que el doctorando ha sido contratado para desarrollar un proyecto de doctorado industrial. De ahí la importancia de realizar un riguroso seguimiento por parte del tutor de la empresa y del tutor de la universidad para el mutuo beneficio de la empresa y la correcta formación del estudiante de doctorado.
Sin duda, el doctorado industrial es una forma ideal de canalizar la fuente de conocimiento que son las universidades con la innovación que quiere generar la empresa, y aprovechar para estrechar esa relación en el largo plazo con un coste relativamente bajo. Ojalá haya más empresas innovadoras y también investigadores con inquietudes por los problemas reales de las empresas, para potenciar esta vía de colaboración que favorezca la competitividad del tejido empresarial de la Región de Murcia.
Dra. Conchi Parra Meroño
Profesora e investigadora del área de Marketing en la UCAM
Coordinadora de investigación y transferencia de la Facultad de Economía y Empresa
Miembro del equipo de trabajo de EMURI