Estamos en un momento de cambio con nuevas tecnologías desarrollándose a mucha velocidad y que van a producir profundas modificaciones en nuestra sociedad. En particular, hay dos áreas tecnológicas que van a tener un gran impacto en la forma en la que trabajamos, cuidamos de la salud y nos alimentamos. Son la digitalización (desde la sensorización hasta la aplicación de IA) y la biotecnología (en el sentido más amplio del concepto).
La palabra “biotecnología” fue creada por el ingeniero agrónomo húngaro Karl Ereky en 1919, donde resume Bio: ser vivo; Tecno: técnica y Logía: ciencia. Es decir, la biotecnología usa técnicas científicas para aplicarlas a seres vivos, y se lleva aplicando desde el Neolítico. Entonces, ¿qué está sucediendo ahora para que todos pensemos que va a ser un cambio radical?
Podemos hablar de tres cambios profundos: la democratización (abaratamiento de las tecnologías), la velocidad (en el desarrollo y escalado de nuevas técnicas) y la creación de un ecosistema de empresas y proveedores especializados al alcance de muchas empresas.
¿Y qué podemos hacer nosotros?
En estas circunstancias, hace unos 12 años, cinco potentes empresas del sector citrícola, la Fundación Cajamar y 3 centros de investigación liderados por el IVIA, nos reunimos para desarrollar un proyecto de genómica en cítricos. Aunque se habían desarrollado los genomas en cultivos de importancia mundial como el tomate, no había aún un gran proyecto en los cítricos. Fuimos conscientes de que ese conocimiento permitiría acelerar y dirigir la mejora varietal, además de permitir la identificación de variedades de forma eficiente y segura. Así que, con un compromiso colaborativo de empresas, investigadores y la Administración, lanzamos el primer proyecto Citruseq en 2009.
Este abordaje totalmente innovador, fue posible gracias a varias circunstancias: el desarrollo que estaba teniendo la genómica; la apuesta y liderazgo de un centro público de investigación, la financiación pública y privada comprometida; y un cambio generacional en algunas de las empresas que permitió que nos sentáramos alrededor de una mesa con idea de innovar juntos.
Como resultado de este proyecto se obtuvieron los genomas de más de 250 variedades de cítricos, se generaron 14.000 nuevas líneas y se desarrollaron marcadores moleculares para determinar variedades que antes requerían de largos procedimientos de fenotipado.
Por nuestra parte vimos que, para aprovechar todo este desarrollo, era importante disponer de capacidades propias. Así, de todo este proceso, surgió la idea de montar un laboratorio de biotecnología que impulsara los programas de mejora que habíamos comenzado tímidamente en cítricos y pusiera en marcha otros programas similares en otros cultivos estratégicos para nuestros socios. Se trataba de rentabilizar lo ya aprendido con esta interesante experiencia de innovación colaborativa.
Contando con la experiencia de algunos investigadores que habían participado en los proyectos anteriores, empezamos a utilizar las herramientas biotecnológicas en nuestros programas de mejora, en la identificación de varietal, y en la reproducción clonal en diferentes cultivos. Ahora si estamos preparados para explorar las posibilidades de la edición genética.
Cuando comenzamos el laboratorio de biotecnología, no pensamos que el desarrollo de las herramientas de edición genética se iba a acelerar como lo está haciendo en este momento. ¿Qué hemos aprendido? Algunas enseñanzas de este proceso serían:
- Es útil participar en proyectos de innovación colaborativos, incluso con empresas de la competencia, para abordar los retos del sector.
- Hay que tener la iniciativa antes de que aparezca la necesidad. Es muy importante estar preparados y adelantarse a la velocidad del desarrollo de las tecnologías, para poder aprovecharlas cuando estén suficientemente maduras.
- Es fundamental estar a la cabeza de la mejora en los cultivos que sean estratégicos para la empresa y así disminuir la dependencia de terceros.
- Y es esencial apoyar a los socios, agricultores y empresas de Anecoop, en la protección de variedades vegetales.
Como resumen, el laboratorio de Biotecnología -ANC-Biotec- refleja cómo la colaboración entre la investigación público-privada pueden transformar no solo a una empresa sino a todo un sector. En ANECOOP esta apuesta ha sido innovadora y crucial para impulsar la mejora genética y reducir la dependencia de terceros. Hoy esta realidad nos permite seguir explorando nuevas oportunidades y estar mejor preparados para el futuro
Angel del Pino, director de Producción e Innovación de Anecoop