Desde hace ya casi una década, he observado cómo la evolución de muchas compañías de relevancia ha compartido tres factores fundamentales: la proactividad en la gestión del cambio, la formación continua y la innovación como eje central, que vertebra y amplifica el impacto de los dos anteriores.
Sin embargo, antes de adentrarnos en estos tres pilares, deberíamos preguntarnos: ¿qué determina el éxito de la innovación? Realmente, no se trata del producto, ni del servicio en sí, sino de la satisfacción generada y percibida tras el uso continuo. Y esa satisfacción, ¿cómo se mide? La clave radica en los resultados, medidos a través de datos empíricos obtenidos por sistemas avanzados de cálculo numérico tanto para procesos pre-innovadores como post-innovadores. Esto permite establecer comparativas de manera precisa, ya sea de forma manual, automática o mediante modelos virtuales como, por ejemplo, el gemelo digital. Y es que, esas métricas comparativas, nos ayudan en cada momento a tomar decisiones más rápidas y certeras, mejorando la eficiencia y reduciendo errores en los procesos de innovación. Según IBM (Estados Unidos), podemos llegar a mejorar la eficiencia operativa hasta un 10%. Además, somos capaces de reducir hasta un 30% el coste y el tiempo, lo que se traduce no solo en una ventaja interna, sino externa con la creciente satisfacción y afiliación de nuestros clientes.
Dicho lo anterior, el primer pilar, la gestión del cambio, nos obliga a abandonar el conformismo, sobre todo, teniendo en cuenta que nuevos mercados están surgiendo en un entorno europeo marcado por cambios constantes. A pesar de ello, esto no debe traducirse en una disminución de nuestra productividad sino como en un verdadero desafío que reside en la capacidad para reconocer que las condiciones de mercado se han transformado de manera radical. Debemos, así, adoptar una actitud audaz, de forma que las futuras generaciones reconozcan la innovación como un concepto tangible e imprescindible para poder evolucionar siendo capaces de generar ese vínculo tan característico que ha unido y une a los productores murcianos con los consumidores finales de toda Europa. Y es que, nuestra querida Región de Murcia, a pesar de contar con numerosos condicionantes desfavorables como la climatología y la escasez de recursos hídricos, es y seguirá siendo la “huerta de Europa” capaz de producir y exportar más de 2,16 millones de toneladas de frutas y hortalizas.
Es, precisamente, la propia Región, el mejor ejemplo en la gestión del cambio, pues ha demostrado una capacidad excepcional para adoptar modelos innovadores a procesos tradicionales, empleando a más de 7.200 personas en actividades de I+D, una cifra que no deja de crecer años tras año. La huerta ha sido la seña de identidad de esta región, y hoy mantiene su valor cultural e histórico gracias a los huertanos, hombres y mujeres de todos los tiempos, que con su iniciativa, labor y esfuerzo nos han legado una herencia de culturas y siglos de valor incalculable. A lo largo de la historia, han destacado por su habilidad para superar la adversidad mediante el ingenio impulsando el emprendimiento y el desarrollo económico. Por ello, es vital que la
Región de Murcia siga apostando por la innovación, la raíz misma de su prosperidad empresarial, ya que ésta es especialmente relevante para mantener y aumentar su competitividad en el entorno europeo, asegurando así su futuro económico.
La formación continua, como segundo gran pilar, debería considerarse como la opción verdaderamente esencial en la gestión del talento. En un entorno empresarial cada vez más exigente de constante cambio y competitividad, los profesionales demandan la posibilidad de seguir adquiriendo competencias para prosperar dentro de la organización, con el deseo de asegurar un plan de carrera que ofrezca proyección a largo plazo y así, tener la posibilidad de afrontar los nuevos retos con mayor garantía. Y es que, esta base de conocimientos robusta y actualizada capacita a las organizaciones a enfrentar con éxito los desafíos de esta época de transformación, asegurando así, un lenguaje común entre profesionales que enfrentan nuevos retos hasta la fecha desconocidos.
De este modo, la magia crece y el binomio del sentimiento de pertenencia y la retención del talento brillan por su éxito. Tanto es así, que el 91% de las empresas españolas, respaldan esta gran oportunidad aumentado su inversión en formación para sus empleados.
Por último y no menos importante, la innovación debe ser vista como un tercer eje clave para el progreso. Es crucial mantener el compromiso con la excelencia para legar un mundo más transparente, resiliente y sostenible, que inspire esperanza en las futuras generaciones.
En este contexto, quiero destacar la excelente función de la Cátedra Interuniversitaria Ecosistema Murcia Innova (EMURI) que se erige como una plataforma que pone en valor el verdadero motor de desarrollo y transformación destacando el potencial incomparable de la Región de Murcia, que continúa siendo una fuente inagotable y constante de crecimiento, avance y transformación.
Adrián Valverde, Chief innovation and ESG officer en Primafrio