Las TIC son el conjunto de herramientas cuyo fin es la recogida, el almacenamiento, el procesamiento y la transmisión de la información. Incluyen tanto material tangible (hardware) –equipos, terminales, redes…– como las aplicaciones funcionales (software) que propician el uso eficiente de los bienes físicos anteriores. En los últimos lustros, el impacto de las TIC ha sido tan rápido como intenso y, hoy en día, se ha generalizado su uso por parte de los hogares, las empresas y las administraciones públicas, dando lugar a lo que se llama la sociedad de la información. Una empresa que no se comporte de forma proactiva y tome las decisiones pertinentes en este contexto se enfrenta a embarazosas dificultades en diferentes ámbitos, lo que puede provocar nocivos efectos, entre los que sobresale la pérdida de competitividad.
El INE, en el marco de la coordinación del EUROSTAT, viene publicando en los últimos años, la Encuesta sobre el uso de las Tecnologías de la Información y de las Comunicaciones y del Comercio Electrónico en las Empresas (ETICCE). Resulta necesario aclarar que esta operación estadística no cubre a todas las empresas, sino a las que encuadran su actividad principal en la inmensa mayoría de las actividades industriales, el total del sector de la construcción y una importante fracción de los servicios privados. Así pues, queda excluido el conjunto del sector primario (Agricultura, ganadería, silvicultura y pesca).
El gasto empresarial en TIC para el conjunto de España, por parte de las empresas con ≥ 10 empleados, se elevó a 14.398 millones de € en 2021. En primer lugar, resulta de interés examinar el reparto territorial de la inversión nacional en dichas tecnologías. Así, el gráfico 1 proporciona su distribución entre las CCAA, resultando patente la hegemonía de Madrid, cuyo peso en el total nacional se acerca al 60% del gasto realizado, lo que se debe a múltiples razones, entre las que cabe subrayar el efecto sede, es decir, el hecho de ser el domicilio social de una notable proporción de las grandes empresas españolas. Cataluña, a gran distancia, ocupa la segunda posición, seguida por País Vasco, Comunidad Valenciana y Andalucía. Con pesos muy desiguales, estas cinco regiones absorben conjuntamente el 90% del gasto nacional, dejando una exigua porción para las restantes, cuya contribución es en algunos casos imperceptible en ese gráfico 1. La Región de Murcia –con un gasto de 97,3 millones de €– tan solo aportó el 0,68% de los recursos destinados por las empresas españolas a inversión en TIC, ubicándose en la plaza 13ª, por delante de cuatro comunidades: Castilla-La Mancha, Cantabria, Extremadura y La Rioja.
Sin embargo, la intensidad del esfuerzo debe ser cuantificada en función de la dimensión económica de las diferentes regiones, es decir, en términos de PIB, tal como se recoge en el gráfico 2. El resultado alcanzado por este indicador es, salvo en Madrid, reducido, pero es útil para una comparación interregional. Ese esfuerzo es uno de los más significativos factores de la estrategia competitiva de nuestras empresas. Pues bien, el gasto empresarial en TIC equivalió al 1,19% del PIB español en 2021. Madrid vuelve a encabezar la clasificación de forma destacada, con un esfuerzo (3,51%) que triplica la media española. El diferencial favorable a Madrid respecto al resto de autonomías es tan grande que solo el País Vasco rebasa, por muy escaso margen, el promedio nacional. Las tres comunidades siguientes son Cataluña, Navarra y Comunidad Valenciana. En la parte inferior de la distribución se encuentran Andalucía, La Rioja, Castilla y León, Castilla-La Mancha y, por último, Extremadura, que marca el mínimo con un 0,17%.
El gasto de las empresas de la Región de Murcia supuso el 0,30% de su PIB en 2021, lo que nos sitúa en el puesto 11º, entre Canarias y Cantabria. Expuesto el marco general, en próximas entregas profundizaremos en los principales factores relacionados con la inversión de las empresas regionales en TIC, como uso de ordenadores, internet, personal especializado, medios sociales, análisis big data, inteligencia artificial y seguridad. Todas ellas actuaciones relacionadas con la innovación y la digitalización, muy necesarias para que las empresas regionales se adapten al nuevo escenario competitivo global de la sociedad de la información.