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Difusión

Composición del empleo de las manufacturas en función del contenido tecnológico

Tuesday, 22 November 2022

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Las manufacturas –que constituyen el grueso del sector industrial– son el grupo de actividades con mayor capacidad para captar el progreso tecnológico que, además, transmiten al conjunto del tejido productivo a través de los bienes corrientes y de capital que generan y son utilizados por el resto de las ramas. Lógicamente, el esfuerzo tecnológico –al que se suele aproximar mediante la ratio Gastos I+D/Valor Añadido Bruto– se reparte de forma muy desigual dentro de las manufacturas. A tal respecto, una clasificación tripartita ha obtenido un amplio consenso. Cataloga las manufacturas en tres categorías de acuerdo con su contenido tecnológico, en orden decreciente: a) Avanzadas, como Aeroespacial, Farmacia o Productos informáticos, electrónicos y ópticos; b) Intermedias, como Química, Caucho y plásticos o Material de transporte; c) Tradicionales, como Alimentación y bebidas, Madera y muebles o Textil y confección.

Tal categorización goza de una gran robustez porque, a medida que va ascendiendo el contenido tecnológico, se ha demostrado que, entre otros hechos, la calidad del capital humano es mayor; la productividad es más elevada y, por tanto, los salarios son superiores; aumenta la dimensión media de las empresas; y, lo que asimismo es crucial, la demanda mundial crece a un mayor ritmo. Pues bien, en el cuadro se ha distribuido el empleo manufacturero de acuerdo con tal clasificación, y se han agrupado, en orden descendente, las comunidades autónomas en función de su participación de las actividades tradicionales –con bajo contenido tecnológico– en la ocupación.

España posee unas manufacturas en la que los sectores tradicionales tienen un peso (40,2%) sensiblemente superior al conjunto de la Eurozona (33,8%). En las intermedias, se acorta el diferencial y la fracción del empleo aportado por las avanzadas equivale, en números redondos, a las dos terceras partes del registro de tal conjunto de referencia. Obviamente, esta composición es uno de los factores explicativos básicos de nuestro inferior esfuerzo tecnológico a nivel agregado. Los resultados de las CC.AA. son harto dispares. La Comunidad de Madrid lidera de forma destacada en las avanzadas, seguida a notable distancia por Cataluña. En las intermedias, sobresalen las aportaciones ocupacionales que presentan País Vasco, Asturias, Cantabria, Aragón y Navarra. Y las tradicionales alcanzan, con gran diferencia, sus cotas más elevadas en Extremadura y La Rioja,

En cuanto a la Región de Murcia, los datos evidencian la fuerte presencia de las manufacturas de bajo contenido tecnológico, al generar más de la mitad del empleo, debido fundamentalmente al peso de Alimentación y bebidas. Las intermedias aportan el 44,7% de los puestos de trabajo, en gran medida por la contribución de dos sectores: Química y Caucho y plásticos. Y se manifiesta de forma palpable la testimonial presencia de las avanzadas, con una cuota del 1,6% en el empleo, equivalente a la tercera parte de la media nacional. Por consiguiente, diversificar y enriquecer nuestro tejido industrial sigue siendo una tarea pendiente, que solo puede dar sus frutos en el largo plazo y que, como condición necesaria, requiere la implementación de una estrategia inteligente y enérgica por parte de las autoridades competentes, sin olvidar la aplicación de incentivos para que una mayoría de empresas –cualquiera que sea el tipo de sector en el que desarrollen su actividad– mejoren sustancialmente sus competencias en la gestión de sus inversiones en I+D+i.

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