La Encuesta sobre el uso de Tecnologías de la Información y de las comunicaciones y del Comercio Electrónico de las Empresas (ETICCE) es una operación estadística del INE que cubre una parte del amplio campo de la Sociedad de la Información. Los datos ofrecidos se refieren a las empresas, que son segmentadas en dos grandes grupos en función del número de trabajadores, siendo lógicamente mucho más rica la relativa a las que tienen 10 o más empleados respecto a las que no alcanzan ese umbral. Para el primer grupo, la información sobre las CCAA incluye diez áreas, incluida la Inteligencia Artificial, sobre la cual hay un creciente interés –no exento de preocupación– en lo que concierne a los efectos económicos y sociales de su generalizado uso por parte de empresas, hogares e instituciones públicas. Sea como fuere, el empleo de la IA por parte de las empresas ya ha empezado a transformar radicalmente su modo de operar, contribuyendo además a reducir costes y, por tanto, a mejorar su eficiencia, al mismo tiempo que ha abierto nuevas oportunidades de negocio.

El Gráfico 1 muestra la fracción de empresas con 10 o más trabajadores que, teniendo internet – prácticamente todas: 99,1% en España y 99,6% en la Región de Murcia– usan técnicas de IA. Las CCAA que encabezan la ordenación son las habituales, registrándose ciertos cambios en las posiciones rezagadas. El rango no es desdeñable, al triplicar el máximo de C. Madrid (17,8%) al mínimo de Canarias (6,0%), ocupando nuestra comunidad el puesto 12º con un 8,4%, cuatro puntos porcentuales por debajo de la media nacional.

Añadamos que, desde una perspectiva sectorial, hay que tener en cuenta los siguientes hechos: a) El sector agrario queda al margen de la muestra, lo que sin lugar a dudas penaliza los registros de nuestra comunidad en el contexto nacional; b) En la Industria, la fracción es muy similar a la nacional, rondando el 10% en ambos casos; c) La desventaja en la Construcción adquiere una dimensión extraordinaria, puesto que la porción murciana es nimia (0,1%), frente a una media española del 4,5%; c) La brecha es significativa en los Servicios: 10,3% en la comunidad y 15,6% en el total nacional.

La ETICCE informa sobre 22 posibles usos de la IA y solo en 4 la proporción de empresas que los han implementado es más alta en la Región de Murcia. Por tanto, padecemos un doble déficit: a) Es menor la fracción de empresas con 10 o más trabajadores que utiliza la IA; b) Si nos circunscribimos a esa minoritaria porción de empresas, en nuestra comunidad se hace en general un uso menos intensivo de sus posibles aplicaciones a la actividad empresarial. En el Gráfico 2 se recogen 10 de los posibles empleos de la IA en los dos entornos considerados, habiendo seleccionado discrecionalmente los que se nos antojan como más ilustrativos. Los nueve primeros se han ordenado de mayor a inferior desventaja relativa frente a la media nacional, puesto que solo en el último –Logística– el nivel regional sobrepasa al nacional, muy levemente por otra parte.

En esa decena de aplicaciones, la mayor incidencia de la IA se da en Automatización de flujos de trabajo, tanto a escala regional (35,5%) como nacional (39,0%). Se trata, en primera instancia, de la automatización de tareas repetitivas en diferentes ámbitos: gestión de inventarios, atención al cliente, facturación… En segundo lugar, a escasa distancia, nos encontramos con la Generación de lenguaje escrito o hablado, que en la fase inicial se refiere a usos como resumen de contenidos, redacción de textos, traducción, generación de informes… Y el tercer puesto corresponde al Aprendizaje automático para el análisis de datos (machine learning) que, en su versión más modesta, atañe al aprendizaje supervisado a partir de datos estandarizados que dan lugar a una respuesta conocida, pero con un vasto potencial. Puede constarse que la implicación empresarial en el resto de posibles empleos es, por el momento, sensiblemente inferior.  

Desde una perspectiva diferente, orientada a captar nuestras principales flaquezas en el contexto español, cabe destacar las que ocupan las tres primeras plazas. Llama la atención el hecho de que el porcentaje de empresas que utilizan la IA para Marketing y ventas es poco más que la mitad del nacional. La desventaja desciende, pero sigue siendo amplia, en el Desarrollo por personal propio de los sistemas de IA adquiridos y en el apoyo a la Gestión de las actividades de I+D+I.

La IA va a determinar en gran medida el futuro, al reestructurar drásticamente la forma de funcionamiento de las empresas por lo que su eficiente adopción es uno de los actuales y principales retos. Todo ello sin olvidar los desafíos éticos que habrá que afrontar para que el desarrollo tecnológico asociado repercuta positivamente en el bienestar del conjunto de la sociedad, lo que entraña la búsqueda de un equilibrio tan adecuado como difícil de instrumentar.

En la newsletter anterior hicimos una radiografía de dos títulos de la propiedad intelectual, que se consideran invenciones: patentes y modelos de utilidad. En la presente, complementaremos el panorama con otros dos: marcas y diseños. Una marca es un título que concede el derecho exclusivo al uso de un determinado signo para la identificación de un producto en el mercado con el fin de diferenciarlo de los ofrecidos por la competencia. Un diseño concede a su titular un derecho exclusivo sobre la apariencia total o parcial de un producto, a partir de ciertas características: líneas, contornos, forma, textura, materiales… Tanto las marcas como los diseños son dos de los principales instrumentos en la estrategia competitiva basada en la diferenciación de producto, que tiene como objetivo que el bien o servicio proporcionado por una empresa sea percibido por el consumidor como un producto con rasgos privativos respecto a los comercializados por las empresas competidoras.

El Gráfico 1 ofrece las cuotas regionales en marcas y diseños, tomando como referencia el bienio 2022-2023 para atenuar las oscilaciones interanuales de las solicitudes, que han sido ordenadas de mayor a menor en función de la media correspondiente a los dos títulos. Las cuatro comunidades más pobladas absorben los dos tercios de las solicitudes nacionales de marcas y una fracción levemente inferior de diseños. La Comunidad de Madrid lidera claramente las primeras y Cataluña los segundos. La Región de Murcia, al igual que en patentes y modelos de utilidad, vuelve a ocupar una digna posición: 9ª en este caso. Puede apreciarse que nuestro peso es mayor en diseños que en marcas, con cifras respectivas del 2,8% y del 3,7%, que conllevan una media (3,30%) conducente al puesto citado en la ordenación regional, intermedio entre dos comunidades con una población sensiblemente superior a la murciana: Canarias (8ª) y Castilla-La Mancha (10ª).

En el Gráfico 2 se proporciona una ratio porcentual, cuyo numerador es la cuota de cada autonomía en los dos títulos considerados y el denominador es su peso productivo (% del PIB nacional, último año disponible). Por tanto, si este indicador = 100, implica que ambas proporciones coinciden, lo que obviamente se cumple para el conjunto de España. El máximo de marcas se emplaza en La Rioja (138,3%), lo que significa que su participación en las solicitudes nacionales supera en casi un 40% a su aportación al PIB español. El mínimo se ubica en el País Vasco (62,4%), lo que implica que la primera de las proporciones anteriores no alcanza los dos tercios de su contribución productiva. En diseños, Castilla y León encabeza la distribución y el farolillo rojo hay que asignarlo a Cantabria.

La ordenación se realiza en función de la media de las dos ratios anteriores, ocupando La Región de Murcia la 3ª posición, por detrás de La Comunidad Valenciana y Castilla y León. En marcas, el indicador de nuestra comunidad (106%) supera levemente la posición de igualdad entre las dos cuotas intervinientes, mientras que en diseños (141%) la sobrepasa con creces. Nótese que solo hay tres regiones –C. Valenciana, Región de Murcia y Andalucía (a duras penas en diseños)– en las que las dos ratios rebasan el nivel del 100%.

Por tanto, al igual que en patentes y modelos de utilidad, la posición de nuestra comunidad es ventajosa. Habría que analizar con rigor el impacto económico de los cuatro títulos de la propiedad intelectual descritos en esta y la anterior entrega, lo que no es factible con los magros datos facilitados por la OEPM. En efecto, el mediocre emplazamiento de las cuatro comunidades líderes en Gasto empresarial en I+D/PIB en el Gráfico 2 –País Vasco (16º), C. Madrid (7º), Cataluña (10º) y Navarra (8º)– alienta la necesidad de no limitarse solo al input de solicitudes y extender el análisis al rendimiento productivo de patentes, modelos de utilidad, marcas y diseños.

Sobre el resultado del proceso de innovación, uno de los escasos datos disponibles son los diferentes títulos de propiedad industrial, cuya información a escala regional se limita al número de las solicitudes registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas (OEPM). Es obvio que la explotación estadística de ese registro público podría enriquecer sustancialmente los datos disponibles sobre las CCAA: solicitantes, titularidad pública o privada, si han sido o no implementadas en el tejido productivo, sectores, tipo de tecnología… Lamentablemente, en la actualidad, esa posibilidad no deja de ser un piadoso deseo. En la presente entrega, nos referiremos a las patentes y modelos de utilidad. Hemos seleccionado el último bienio con información disponible (2022-2023), para atenuar las amplias oscilaciones interanuales del flujo de solicitudes realizadas en las CCAA.

Una patente es un título que garantiza un alto grado de protección a una invención mediante el derecho a explotarla con exclusividad por un periodo de 20 años. Las innovaciones que, en cualquier campo tecnológico, impliquen una alta actividad inventiva y sean nuevas y susceptibles de aplicación productiva son patentables. Los modelos de utilidad suponen una relajación de los requisitos exigidos a las patentes, protegiendo innovaciones con inferior creatividad que, suelen consistir en mejoras de productos preexistentes, reduciendo la exclusividad de la aplicación a 10 años y limitando la cobertura al territorio nacional. Así pues, desde un punto de vista teórico, las primeras son jerárquicamente superiores a los segundos por lo que, es posible que el impacto productivo de los modelos de utilidad sea superior al de las patentes.

El Gráfico 1 ofrece las cuotas regionales en eso dos productos de la propiedad intelectual, determinando la ordenación la fracción correspondiente a las patentes. Las cuatro grandes comunidades –C. Madrid, C. Valenciana, Andalucía y Cataluña– aportaron en torno a las dos terceras partes de ambos capítulos en el total español de solicitudes en el bienio 2022-2023. La Región de Murcia se sitúa en una digna e inusual posición (8ª), con una media anual de 39,5 patentes en el bienio, lo que da lugar a una participación del 3,5% en el total nacional; en modelos de utilidad, las cifras respectivas son 95 y un 3,8%. Destaca el hecho de que nos situemos a continuación del País Vasco que, como es sabido, es la comunidad española con un mayor gasto en I+D en términos de PIB (2,23% en 2022), y que dobla al registro murciano (1,08%). En principio, debería conllevar que la eficiencia del proceso de I+D+i es mucho más elevada en nuestra comunidad que en la vasca.

En el Gráfico 2 se proporciona una ratio porcentual, cuyo numerador es la cuota de cada autonomía en los dos títulos considerados y el denominador es su peso productivo (% del PIB nacional[1]). Por tanto, si este indicador = 100, implica que ambas proporciones coinciden. El máximo de patentes se emplaza en Navarra (181,1%), lo que significa que su participación en las solicitudes nacionales supera en algo más de un 80% a su aportación al PIB español. El mínimo corresponde a Extremadura (32,1%) y, por tanto, la primera proporción ni tan siquiera alcanza la tercera parte de su contribución productiva. Pero lo que hay que resaltar es el puesto de la Región de Murcia (3º), con una ratio del 132,8%, por detrás de la Comunidad Valenciana, con un nivel sensiblemente mayor (172,8%).

En cuanto a los modelos de utilidad, Castilla y León ostenta el máximo (177,4%), emplazándose el mínimo en Cantabria (55,7%). La Región de Murcia se vuelve a ubicar en la tercera posición, con un diferencial relativo más favorable (141,9%) que en las patentes, volviendo la Comunidad Valenciana a situarse en la segunda posición (162,5%).

En suma, se trata de dos datos muy favorable para nuestra comunidad. Desgraciadamente, no hay ninguna información que nos pueda aproximar a una estimación que evalúe el impacto de las solicitudes en las estructuras económicas de las CCAA porque, hay patentes y modelos de utilidad de todas las especies. Si esa tecnodiversidad se repartiese de forma relativamente homogénea entre las regiones españolas habría razones para albergar un esperanzador optimismo.


[1] Último año disponible. La Contabilidad Regional de España se caracteriza por una oferta que acumula un notable retraso temporal respecto a la Contabilidad Nacional de España, que se acentúa con la Contabilidad Nacional Trimestral de España. Por no hablar de las continuas y abultadas revisiones de los últimos años.

En la anterior newsletter hemos verificado que el peso de la Región de Murcia en el stock de capital neto (SCN) nacional de activos inmateriales, es decir, los Productos de la Propiedad intelectual (PPI), no sólo se sitúa notablemente por debajo de su aportación al PIB sino que, además, sufrió una intensa erosión a lo largo del decenio 2013-2023. La presente entrega está orientada a dar cuenta del grado de capitalización por empleo en dos líneas directamente relacionadas con el objeto de nuestro blog: equipo TIC y PPI. Para situar mejor la Región de Murcia en el contexto español, la información se referirá a las 17 CC.AA y, por ello, nos limitaremos a proporcionar los datos de 2023.

La capitalización por empleo es, lógicamente, uno de los principales factores determinantes de la productividad del trabajo que, como hemos comprobado, constituye el talón de Aquiles de la economía regional. Sin duda, su incidencia es mucho mayor en los dos capítulos elegidos que en el conjunto del SCN, dominado por los inmuebles –viviendas incluidas–.

El Gráfico 1 muestra la ordenación de las regiones española en la dotación de equipo TIC por empleo. Aclaremos previamente que, en términos de cuentas nacionales, se trata de un activo material, compuesto por bienes de capital como, por ejemplo, el hardware. En 2023, este indicador ascendió a 4.868 € por persona ocupada en España, limitándose a 3.064 € en nuestra comunidad, lo que equivale al 63,0% del dato nacional. Por ello, nos emplazamos en antepenúltima posición, solo por delante de Andalucía y Castilla-La Mancha. Únicamente cuatro regiones sobrepasan la media nacional: La Rioja, C. Madrid, Navarra y Cataluña. El rango es muy amplio, ya que el nivel de capitalización de La Rioja está cerca de cuadriplicar al de Castilla-La Mancha.

La dotación de capital en PPI se refiere a activos inmateriales como el software, patentes, marcas… En España, se eleva a 4.859 € por empleo –prácticamente, una cifra idéntica a la del indicador previo–, sucediendo casi lo mismo con la Región de Murcia: 2.904 € por ocupado. En relación con la media nacional, hay un pequeño descenso, al situarse en un 59,8%. No obstante, ascendemos dos posiciones que, básicamente, se debe a la inclusión de los dos archipiélagos en las dos posiciones de cola, lo que guarda una estrecha conexión con el predominio de las actividades relacionadas con el turismo en su estructura productiva. De nuevo, tan solo cuatro comunidades superan el registro español: C. Madrid, Navarra, País Vasco –que sustituye a La Rioja– y Cataluña. El rango se amplía levemente, al cuadriplicar justamente el indicador de la C. Madrid al de las Canarias.

Nuestra rezagada posición en los dos indicadores refleja meridianamente el atraso relativo acumulado –nunca mejor dicho al referirse al SCN– en estas trascendentales parcelas del área de la I+D+i. En parte, hay un efecto composición, por el exiguo peso de las actividades avanzadas en nuestro entramado productivo, que nos atrevemos a plantear, pero carecemos de espacio para analizarlo en profundidad. Sea como fuere, ambos indicadores nos muestran que tenemos por delante un largo y arduo recorrido para revertir la situación.

La Formación bruta de capital fijo (FBCF) es el flujo que da cuenta del valor del gasto de adquisición de los medios de producción destinados a ser utilizados reiteradamente en el proceso de generación de bienes y servicios, es decir, se caracterizan por estar dotados de una vida útil que no se agota a lo largo de un único proceso –por eso se les califica de fijos–, a diferencia de lo que ocurre con los inputs intermedios. Esos activos fijos se conocen también por el nombre de bienes de capital: inmuebles, equipo de transporte, maquinaria, infraestructuras viarias… Desde hace un par de decenios, las Cuentas Nacionales no solo incluyen activos fijos materiales como los anteriores en la FBCF, sino también inmateriales, es decir, los productos de la propiedad intelectual que guardan una conexión directa con las actividades de I+D+i.

Todos esos bienes de capital sufren un proceso de depreciación –Consumo de capital fijo–, razón por la cual una parte de la FBCF es una inversión de reposición que, por lo demás, conforma su constituyente mayoritario ya que, por ejemplo, en España supone alrededor del 80% del flujo inversor total. Resta, pues, como norma general, un 20% de la FBCF para incrementar el stock de capital neto (SCN), que equivale al valor de todos los bienes de capital disponibles en una economía, cualquiera que sea el año de su entrada en funcionamiento. La estimación del IVIE que vamos a utilizar –avalada por su integración en diferentes proyectos de la Comisión Europea–, cifra el valor total del SCN de la economía española en 5,6 billones de € en 2023, lo que no está lejos de cuadriplicar al PIB de ese mismo año, un poco inferior a 1,5 billones de €.

Los Activos inmateriales tienen una reducida participación en el SCN por dos razones esenciales: a) Su tardía incorporación como parte integrante de la FBCF; b) Su vida útil es mucho más corta que la de determinados activos materiales, como los inmuebles, y, por tanto, experimentan un rápido ritmo de depreciación y obsolescencia. Por ello, en 2023, su contribución al total del SCN se limitó a un 3,6% en España, cayendo al 2,4% en la Región de Murcia. Nuevo y fiel reflejo del crónico déficit inversor regional en todo lo que atañe a Productos de la propiedad intelectual.

En el gráfico 1 se proporciona la cuota de la Región de Murcia en el valor del SCN nacional en 2013 y 2023. A nivel agregado, se registra una estabilización, 2,8% en ambos años, registro que sobrepasa la cuota regional en el PIB nacional (2,7% en 2022). En el principal componente, activos materiales, se presenta un pequeño repunte, con pesos muy afines a los agregados en los dos años. El problema radica en los productos de la propiedad intelectual, en los que se observa una notable caída, al pasar de un 2,3% al 1,9%. Puede apreciarse que ese descenso cobra mayor intensidad en Software que en I+D.

Dada la relevancia de esa negativa evolución, en el Gráfico 2 se facilitan para los activos inmateriales todos los años del periodo analizado, con el fin de tener una idea más cabal de lo sucedido. Pese a que la bajada del peso regional en software data del año inicial, sobresale para los tres tipos de activos considerados el ejercicio más duro de la pandemia, 2020, a partir del cual inician un pronunciado y simultáneo retroceso, confluyendo en un estrecho y precario intervalo: 1,8-1,9% en 2023. Proporciones significativamente inferiores a las correspondientes a nuestro peso en el PIB español y que expresan claramente la debilidad del esfuerzo inversor de la Región de Murcia en un aspecto de tanta trascendencia para garantizar una mayor competitividad de nuestro tejido empresarial y, con ella, su sostenibilidad en el medio plazo.

En suma, algo se debería hacer no solo para truncar tan nociva tendencia, sino también para ir recuperando paulatinamente las posiciones perdidas. El diagnóstico es nítido: variables vitales para garantizar un tejido económico con la suficiente robustez como para estar en condiciones de afrontar los importantes retos que se plantean a todas las economías en el tercer decenio del presente siglo se encuentran en un estado de desfallecimiento. Nos limitaremos a comentar que es imperativo articular una terapia conducente a revitalizarlas en el medio plazo, acompañada de lo que es crucial en cualquier tratamiento riguroso: un seguimiento de los resultados que, gradualmente, se vayan alcanzando.

Recientemente ya analizamos las actividades industriales y terciarias intensivas en conocimiento o, lo que es lo mismo, con elevados requerimientos de I+D por unidad de producto. El hecho de que la investigación y el desarrollo tecnológico sean inputs cruciales de sus procesos productivos entraña un círculo virtuoso que propicia una mayor eficiencia, y que implica unos superiores niveles de competitividad y de remuneración de los distintos factores productivos. También se dejó patente que en la estructura económica de la Región de Murcia estos sectores avanzados tienen un peso muy escaso.

En efecto, la tabla refleja esa orfandad productiva de la forma más desagregada posible para las manufacturas (la fuente reflejada en la tabla no proporciona los datos de la Región de Murcia para todas las actividades de contenido tecnológico alto y medio-alto) para las manufacturas. Frente a una contribución regional del 2,65% al PIB español en el bienio 2021-22, el peso de este tipo de sectores en el VAB nacional ni tan siquiera alcanza el 1%, con dos salvedades: Química, donde la aportación sobrepasa el 4%, e Instrumentos y suministros médicos y odontológicos con una cuota del 1,4%. La tercera rama de las manufacturas de alta tecnología –Construcción aeronáutica y espacial y su maquinaria– brilla por su ausencia.

Utilizando otra fuente estadística del INE, el gráfico nos ofrece dos indicadores básicos –los más funcionales con la información disponible–, que permiten dar cuenta de las diferencias existentes entre los resultados de tres manufacturas avanzadas versus tres tradicionales en la Región de Murcia. El salario medio es importante por sí mismo y, además constituye un reflejo de la eficiencia y de la capacidad de retribución factorial. La cifra de negocios por establecimiento remite al tamaño de las empresas que, en gran medida, está relacionado positivamente con la reducción de costes por unidad de producto.

Los salarios unitarios superan con creces a la media manufacturera en la terna de las avanzadas (sectores 21, 26 y 27) (señalar que aunque parezca incomprensible no hay datos sobre la Industria química regional en esta segunda fuente), alcanzando un máximo en Productos farmacéuticos, con un diferencial positivo del 46%. En las tres tradicionales (sectores 10, 15 y 31) son inferiores, si bien el de la Alimentación resisten sin mayores problemas la comparación con los vigentes en el conjunto de las manufacturas regionales, lo que no sucede con Muebles y en Cuero y calzado. La dimensión económica presenta un panorama más complejo. En síntesis, la de Productos informáticos, electrónicos y ópticos es la más baja de las seis actividades, con un valor absoluto de 650.000 € por establecimiento, lo que expresa el tipo de actividad industrial “avanzada” de nuestro tejido productivo. Por el contrario, en Alimentación, el tamaño es el segundo más elevado después del de Productos farmacéuticos. Resulta conveniente aclarar que la cifra de negocios de Alimentación multiplica por 20 a la suma de las tres avanzadas.  

Es conocido que uno de los talones de Aquiles de la economía regional es su baja productividad que se debe a un efecto composición, es decir, se deriva del hecho de que el entramado productivo está dominado por sectores tradicionales. Lo que no es un tema menor. Por ejemplo, si el PIB per cápita regional viene rondando de forma crónica el 82,5% de la media nacional es porque equivale al nivel relativo de nuestra productividad del trabajo[1]. La convergencia económica real de la Región de Murcia pasa ineludiblemente por una progresión de la eficiencia en la asignación del factor trabajo. Cuesta imaginarse alguna otra alternativa que no sea un gradual reforzamiento de las actividades avanzadas en nuestra estructura económica, lo que sin duda debería ser la principal prioridad de la política regional.


[1] El PIB per cápita (PIB/Población) es el producto de la Productividad del trabajo (PIB/Empleo) por la Proporción de población empleada (Empleo/Población). De esos dos factores determinantes de la renta por habitante, el primero explica la práctica totalidad de la negativa brecha que separa a la Región de Murcia de la media española.

Las actividades de alta tecnología (AT) se identifican por exigir una constante y rápida renovación de conocimientos, mucho más intensa que en el resto de sectores económicos. Progresión que conlleva un elevado grado de complejidad, que solo puede ser satisfecho con un continuo esfuerzo de investigación y una sólida base tecnológica. Usualmente se conocen con el término de actividades avanzadas, frente a las intermedias y tradicionales. Además de su alto contenido tecnológico, las actividades avanzadas poseen una serie de rasgos distintivos: alto ritmo de crecimiento de la demanda mundial de sus productos, elevado tamaño de las empresas, mayor grado de integración en el mercado global, dotación de capital por empleo más alta, superior productividad, mayores salarios… Hay diferentes tipologías; la utilizada por el INE sigue las recomendaciones de EUROSTAT y, como tiene interés conocer las ramas que estamos considerando, la Tabla 1 las recoge en su totalidad, código de la CNAE incluido. Tanto la Agricultura como la Construcción quedan al margen de este grupo de sectores. España padece una grave carencia de actividades avanzadas. Baste un dato: en 2021, tasa de cobertura[1] de las manufacturas AT se limitó a un 56,3%, cuando en el conjunto formado por las intermedias y tradicionales se elevó a un 95,1%.

El gráfico 1 muestra el desigual panorama regional español. Solo cinco comunidades rebasan la media española: Madrid, Navarra, Aragón, Cataluña y País Vasco. Las restantes se sitúan a considerable distancia de del resultado nacional. Por tanto, la contribución de los sectores con alto contenido tecnológico al PIB regional da lugar a un amplio rango, de tal modo que el máximo de Madrid está cerca de sextuplicar al mínimo de Baleares. La Región de Murcia ocupa el puesto 12º, con un resultado mediocre. La relación entre tales datos y los niveles regionales del PIB per cápita es, en general, patente, lo que evidencia el positivo impacto de este tipo de actividades sobre los territorios en las que su peso es elevado en el contexto nacional.

En el gráfico 2 se deja constancia del peso de la economía murciana en el VAB generado por las manufacturas y servicios de alta tecnología en España entre 2015 y 2021. Recordemos que nuestra contribución al PIB español se situó en torno al 2,9% a lo largo del sexenio considerado y, por tanto, los datos vuelven a reflejar que el entramado productivo regional posee un relevante déficit de actividades avanzadas. Déficit más acuciante en los servicios que en las manufacturas. Cierto es que, al menos, la tendencia es creciente; no lo es menos que la cuota sigue siendo muy exigua, no alcanzando ni la mitad de nuestra contribución al PIB nacional.

Conviene tener en cuenta que, en la Región de Murcia, la contribución de las ramas con alto contenido tecnológico (3,7%) era, en 2021, significativamente inferior a la del sector agrario (4,8%). Los datos nacionales respectivos se situaban en 7,7% y 2,7%. Así pues, cabe plantearse si la composición de nuestro tejido productivo se ajusta o no a lo que cabe esperar de una economía desarrollada a comienzos del tercer decenio del siglo XXI. Cuestión que, por su importancia, será abordada con más datos en la próxima entrega.

La I+D interna es la realizada por las entidades implicadas –empresas, organismos de las AAPP, universidades…– dentro de sus centros investigadores (Intramuros), a diferencia de la externa, que es la que se adquiere a otras entidades (Extramuros).  El gasto interno, principal referencia de las estadísticas nacionales e internacionales, tiene un componente corriente, en el que la pieza fundamental son los costes laborales del personal de I+D, y otro de capital (plantas piloto, laboratorios, equipo…).

El gráfico 1 nos recuerda la precaria situación de España en el escenario mundial en el último año con información disponible: 2021. El esfuerzo en I+D se limitó a un 1,4% del PIB nacional, equivaliendo a la mitad de la media de la OCDE (2,7%) y a la cuarta parte del país líder: Israel (5,6%). En ese entorno, el registro español, al igual que el de Italia, es tan sistémico como vergonzante y revela el largo camino que hay que emprender para alcanzar al menos cifras homologables a la media de UE-27 (2,2%) que, en su conjunto, está perdiendo terreno frente al resto de grandes competidores en la economía global.

Cierto es que en los últimos años ha habido cierta mejora, pero ha sido insuficiente para converger con el conjunto de la OCDE y de UE-27. En el gráfico 2, ofrecemos la evolución del gasto en I+D en España y la Región de Murcia entre 2015 y 2022. Al menos, hay una nítida tendencia creciente, más firme a nivel nacional que regional, dado que en nuestra comunidad el esfuerzo mayor en términos de PIB data de 2020, año en el que la pandemia supuso una contracción que rondó el 8% de la producción interior. Es evidente la ampliación de la brecha frente al esfuerzo nacional en el último bienio y, por tanto, es un resultado insatisfactorio. Cualquier política en materia de I+D debe pasar una evaluación a posteriori y es necesario revisar a fondo los medios y las prioridades de la misma durante los últimos años.

En la tabla se proporciona la ordenación de las CCAA atendiendo a la ratio Gasto interno en I+D/PIB. Pese a esa negativa divergencia, la clasificación se antoja favorable, ya que no es habitual que la Región de Murcia se sitúe en el 7º puesto en la multitud de indicadores sociales y económicos disponibles. Nuestra comunidad forma un apretado grupo con Galicia, Aragón y Andalucía; regiones que van alternando posiciones dependiendo del año que se considere. Vemos como el sistema español de I+D configura un panorama desigual, que alberga grandes disparidades: a) Solo cuatro regiones (País Vasco, Comunidad de Madrid, Cataluña y Navarra) superan el mediocre registro español; b) El esfuerzo del País Vasco quintuplica al de Baleares.

Tan importante como la cifra agregada del esfuerzo lo es su distribución por agentes de la I+D. A tal respecto, hay que señalar que la participación de las empresas es crucial, puesto que constituyen el sector que mejor conoce el entramado productivo, los retos que plantea la competencia y las medidas que deben instrumentarse para el progreso de la productividad y la competitividad. Además del magro esfuerzo, España tiene una carencia básica: el gasto empresarial es insuficiente, de tal forma que se limita al 56,4% del total, cuando en Alemania sobrepasa los dos tercios y en Corea del Sur se alza por encima del 80%. En la Región de Murcia, la cifra se reduce al 49,6%, razón por la cual ese déficit se agrava. Precisamente, en España, el liderazgo vasco se fundamenta en el hecho de que el peso empresarial asciende al 75,7%.

La alternativa no consiste en sustituir el gasto de las universidades y de los organismos públicos orientados a la I+D por gasto empresarial ya que, por ejemplo, en Alemania el esfuerzo en términos de PIB de los dos primeros agentes es muy superior a la media española.  El objetivo prioritario debe ser incentivar el gasto empresarial en I+D mediante todo tipo de medidas, incluidas las fiscales, con el fin de que aumente más rápidamente que el de los otros dos sectores, con la perspectiva de que sus papeles sean complementarios y nunca sustitutivos. El esfuerzo en I+D ha sido siempre necesario; hoy en día, es vital. Estamos en un tiempo histórico en el que las empresas perderán buena parte de su potencial de crecimiento si no apuestan decididamente por la investigación y la innovación. Y si eso ocurre, la consecuencia inevitable es una sustancial erosión del nivel y calidad de vida de nuestra sociedad.

Con esta entrega, cerramos los cuatro análisis destinados al Panel de Innovación Regional (RIS) elaborado por la Comisión Europea, que incluye a 240 regiones. En este caso examinaremos la evolución de las 17 autonomías españolas –particularmente de la Región de Murcia– a lo largo del periodo (2016-2023). En la tabla, además de las comunidades españolas, figuran las cinco regiones más avanzadas y las cinco más atrasadas, con el fin de situar los sistemas de innovación en el escenario europeo. Respecto a las primeras, destaca que tres permanecen en el grupo de líderes en los dos años, que se corresponden con las áreas territoriales de las capitales de Alemania, Dinamarca y Suecia. Las dos suizas pierden esa privilegiada posición a favor de una alemana –Alta Baviera (Múnich)– y otra nórdica: Finlandia Meridional (Helsinki). Nótese que, en las cinco, su RIS baja de nivel relativo (UE-27=100) en el periodo considerado.

En la distribución hay menos cambios en las cinco posiciones últimas. Cuatro regiones rumanas (y una búlgara) se sitúan en los puestos más atrasados en los dos años, junto con dos regiones búlgaras en la plaza 236. En fin, los sistemas regionales de innovación dan lugar a disparidades interregionales muy acentuadas. Basta decir que, en 2023, el nivel del RIS de la región de Copenhague multiplicó por más de ocho al del área suroriental de Rumanía, con el agravante de que las cinco más atrasadas también sufren un deterioro de su índice relativo entre los dos años del intervalo. El término utilizado por la Comisión Europea para este tipo de regiones es el de “emergentes”, lo que no deja de ser un eufemismo si se considera el nivel y la evolución de sus indicadores de innovación.

Las regiones españolas se encuentran en una amplia franja de la ordenación que, en 2023, se extendió desde el puesto 72º del País Vasco al 209º de Canarias. Conviene añadir que, en ese año, solo cuatro se sitúan en la mitad superior de la tabla y, el resto lo hacen en la mitad inferior (trece). Ciñéndonos a su evolución, únicamente las cinco primeras mejoran su posición: de forma firme País Vasco, C. de Madrid, Cataluña, Navarra y, con inferior vigor, C. Valenciana. Las restantes descienden puestos en mayor o menor medida. Las mayores caídas se registran en Castilla-La Mancha (25 plazas), Andalucía (16), Región de Murcia (12) y Extremadura (11). Asturias, Baleares y La Rioja experimentan una bajada de 8 posiciones. En definitiva, dentro del escenario europeo, se produce una divergencia entre las posiciones relativas de las regiones españolas, mejorando su situación las mejor ubicadas y empeorándola las más atrasadas.

En el caso de la Región de Murcia, debe quedar claro que el resultado de 2023 no es esporádico, sino la consecuencia de un declive gradual. En el trienio 2016-17-18, la situación permaneció estable, con una tenue mejora, que propició la mejor plaza (148) en 2018 a lo largo de los dos cuatrienios. En el siguiente (2019-20-21), se registra un empeoramiento que acarreó una caída hasta el puesto 155 en 2021. En el bienio final, persiste esa perniciosa tendencia: 162 en 2022; 163 en 2023. En definitiva, una trayectoria que solo cabe calificar como insatisfactoria. El leve progreso del RIS de nuestra comunidad entre 2016 (76,2) y 2023 (76,7) refleja un tímido avance respecto a la media europea, pero el retroceso descrito es la prueba palpable de que el aumento ha sido superior en otras regiones europeas, entre las que se encuentran Castilla y León, Cantabria y Asturias, que han sobrepasado el nivel de la Región de Murcia entre esos dos años. ¿Acogemos esa negativa senda de nuestro sistema regional de innovación con indiferencia? ¿O con la actitud de que es fruto de fuerzas inexorables ante las que no cabe oponer más que resignación?

Hay una premisa que concita un acuerdo general: la estructura productiva de la Región de Murcia debe ir orientándose gradualmente, pero sin titubeos, hacia actividades intensivas en conocimiento. Para conseguirlo es necesario articular una estrecha y eficiente colaboración entre las AAPP, los centros de investigación y los agentes empresariales, con el objetivo de estimular la inversión en capital tecnológico y capital humano, que es el único camino para incorporar los avances científicos y técnicos –el conocimiento– a los procesos productivos, organizativos y comerciales. Y esa es, sin duda, la clave de bóveda que debe guiar la arquitectura de las políticas regionales que tengan como fin el incremento del crecimiento potencial de la economía murciana.

En la anterior newsletter examinamos los inputs del proceso innovador de las regiones españolas, a partir de los datos del panel Regional Innovation Scoreboard (RIS). Lo habitual es que las aportaciones que utilizan los indicadores de I+D+i concedan más relevancia al esfuerzo realizado (input) que a los resultados alcanzados (output). Hecho que puede quedar reflejado en la clara primacía que ostenta la ratio Gasto en I+D/PIB en el terreno que nos ocupa. Sin embargo, lo realmente importante es el output resultante, es decir, los frutos del proceso de innovación para el conjunto de la sociedad, entre los que cabe destacar los que promueven un enriquecimiento del tejido productivo, mejorando su productividad y competitividad. Obviamente, suele haber una relación entre esfuerzo y resultados, pero se registran asimetrías de mayor o menor trascendencia, como se comprobará a continuación. El gráfico muestra el indicador agregado de los resultados del proceso de innovación en las comunidades autónomas. Los cambios respecto a los correspondientes a los inputs no son menores. A título ilustrativo: a) La Comunidad Valenciana pasa de la 6ª a la 1ª posición, adelantando a País Vasco, Navarra, Comunidad de Madrid y Castilla y León; b) Esta última región pasa del puesto 5º al 11º; c) Baleares del 15º al 9º… Y, en lo que más nos concierne, la Región de Murcia progresa cinco plazas, de la 12ª a la 7ª. Sin duda, es mucho más conocido el mediocre registro que nuestra comunidad ofrece en términos de inputs de la I+D+i que el meritorio puesto que, en el concierto nacional, alcanza en relación con el output innovador.

Por tanto, conviene detenerse a analizar los indicadores que determinan ese resultado agregado. La tabla recoge los seis componentes del RIS que, conforme a la selección realizada por COTEC, determinan los resultados del proceso de innovación. Recordemos que los indicadores normalizados con los valores de 240 regiones europeas se circunscriben a un intervalo que se extiende de 0 a 1 y, por tanto, cabe concluir que un montante inferior a 0,5 equivale a un suspenso en tal contexto. La tabla muestra 102 datos relativos a los 6 componentes de las 17 CC.AA. y solo en la cuarta parte de los mismos la nota supera la barrera del 0,5. Por consiguiente, de entrada, las comunidades españolas se vuelven a encontrar en una situación de atraso en el escenario regional europeo. No obstante, la mejora es sustancial respecto a los resultados de los inputs. En el indicador agregado son tres que las que rebasan el umbral de 0,5: Comunidad Valenciana, Cataluña y País Vasco. Y cuatro no están lejos del registro anterior: Comunidad de Madrid, Navarra, La Rioja y Región de Murcia. Sinteticemos la información:

  • % de PYMES innovadoras en productos y procesos. El suspenso es general. Nuestra comunidad con un ramplón nivel de 0,317 se ubica en la 8ª posición.
  • % PYMES innovadoras en procesos organizativos y comerciales. Se reproduce la insuficiencia anterior, incluso con peor nota que, concretamente, en la Región de Murcia cae a 0,284, lo que acarrea ubicarse en la plaza 12ª.
  • En Solicitudes de patentes solo Cataluña aprueba, situándose el registro murciano en 0,359 con el puesto 9º.
  • La mejoría es palpable en Solicitudes de marcas, con siete aprobados, entre los que no se encuentra el País Vasco, pero sí la Región de Murcia, con una cota de 0,731 –alta en el contexto europeo– lo que propicia la 5ª posición a escala nacional.
  • Los resultados de Solicitudes de diseños se encuentran a medio camino de los de patentes y marcas, con cuatro aprobados: Comunidad Valenciana, Cataluña, La Rioja y Baleares. Nuestra comunidad con 0,476 se sitúa por detrás de ese umbral, lo que vuelve a situarnos en el 5º puesto.
  • % de Ventas de productos con innovaciones sobre la cifra de negocios. El número de aprobados alcanza un destacado máximo de catorce regiones, con un nivel en el País Vasco (0,913) excelente a escala europea. La Región de Murcia (0,589) se sitúa en la 8ª posición.

         Por consiguiente, pese a evidentes carencias, los resultados alcanzados por las regiones españolas son más solventes por el lado de los outputs que de los inputs. Por otro lado, la situación de nuestra comunidad en el escenario español mejora sustancialmente al progresar de la 12ª a la 7ª plaza, lo que es muy poco frecuente en la mayor parte de los indicadores económicos y sociales. Cabe preguntarse cuáles serían los logros obtenidos con un esfuerzo innovador más cercano a los estándares de la UE. La respuesta es simple: una notable mejora de los resultados alcanzados en un área decisiva para el aumento de nuestro potencial productivo.